Por Margot Pujal i Llombart
La transexualidad en nuestra sociedad está construida de forma mayoritaria a partir de las voces disciplinarias de la medicina y la psiquiatría, construyendo desde ahí la opinión pública experta en relación al asunto. Como contrapunto y re-equilibrio democrático de voces en la construcción pública de esta realidad, el Género desordenado recopila las otras voces implicadas en el asunto: profesionales de la salud con una mirada crítica, testimonios trans en primera persona, académic@s de las ciencias sociales que analizan la relación de la salud con la condición social de las personas, e instituciones internacionales que se han pronunciado al respecto, y sobretodo las voces del movimiento social trans que está reflexionando sobre su situación actual, contradicciones y dificultades, así como la relación con otros movimientos sociales afines como el feminista y gay-lesbiano.
En este sentido, las voces de la medicina y la psiquiatría han construido, con más o menos matices, la transexualidad de forma unidireccional como un “trastorno mental que requiere tratamiento psiquiátrico”.
Frente a dicha construcción, la pluralidad de voces que re-construyen la cuestión con un mayor alcance en este libro, problematizan dicha construcción al considerarla reduccionista y sesgada. Así, la temática de este brillante y comprometido libro editado por Miquel Missé y Gerard Coll-Planas, es la cuestión de la transexualidad como un fenómeno relacionado con el poder, el cuestionamiento de las normas sociales de género binario que nuestra sociedad ha naturalizado e institucionalizado en la modernidad; y a su vez, la visibilización de los procesos psicosociales que acompañan cualquier proceso de cuestionamiento de normas sociales (miedo, sujeción, conformismo, uniformidad, obediencia, influencia, estigma, prejuicio, discriminación, resistencia, subversión, psicologización y patologización, etc.) los cuales se desarrollan plenamente en el caso de la desnaturalización de las identidades normativas de género que la transexualidad pone de relieve. A través de este libro, en la construcción de la topografía de esta cuestión en el momento actual, han intervenido múltiples actores y miradas, con distintos papeles en relación a la temática, por lo que el libro está conformado por quince capítulos organizados en tres partes: una primera en la que se da cuenta del impacto de lo social sobre los cuerpos y la sexualidades, la segunda en la que se pone de manifiesto la necesaria reflexividad y autocrítica de los profesionales de la salud que trabajan en esta cuestión en relación a sus propios prejuicios, así como la necesidad de ampliar lo profesional a psicologías no ‘psiquiatrizadoras’, y la tercera, que muestra las experiencias políticas y personales de las personas identificadas de distintas maneras con las cuestiones trans. Más allá de lo dicho hasta aquí, no quiero descubrir lo que puede encontrarse en el libro, aunque su riqueza, su rigurosidad, su nivel de compromiso, así como su capacidad de matización y de análisis fino no permitirían hacerlo en estas breves páginas, lo único que quiero añadir de específico es que es de lectura imprescindible si se quiere abrir los ojos ante esta cuestión, o mejor dicho es de lectura obligada, si se quiere comprender mejor el control social en relación a los procesos sociales de sexuación y generización, los de tod@s nosotr@s sin excepción, puesto que tod@s estamos implicados en la construcción de las sexualidades en nuestra sociedad contemporánea cambiante y diversa.
Dicho esto, a continuación me gustaría plantear una especie de conversación a la que el Género desordenado me ha invitado, a partir de una de las cuestiones de trasfondo que lo atraviesan, en relación a la heterogeneidad del movimiento social trans, y a la de los movimientos sociales en general y su impacto en los procesos de transformación colectiva de la realidad.
Judith Butler en Mecanismos Psíquicos del Poder (1997/1998) plantea que el poder social opera mediante fenómenos psíquicos restringiendo y produciendo el deseo y el ámbito de la socialidad vivible. Es decir, dicho poder se transmuta en psíquico y produce, por una parte, ciertas modalidades de reflexividad en el sujeto, por otra, ciertas formas de corporalidad, y finalmente, limita sus formas de socialidad (cuyos contenidos están en relación con la categoría social específica/s por la que es interpelado dicho sujeto, el modelo normativo de género en el caso que nos ocupa). Dicho planteamiento, introduce la dimensión subjetiva, particular y situada del malestar y padecimiento que produce el modelo normativo de género binario y la transfóbia resultante en nuestra sociedad.
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