viernes, 23 de septiembre de 2011

La mariquita: un bicho raro con crisis de identidad


Una de las puestas en escena más significativas del sujeto homosexual llevadas a cabo por Disney tiene lugar en Bichos, su tercer filme de animación por ordenador después de las dos entregas de Toy Story, películas estas tres que, sorprendentemente, superan con creces, en lo que a guion se refiere y a la construcción de los personajes, a los clásicos de animación convencional de la factoría. Podríamos llevar a cabo una lectura de conjunto de Bichos en la que veríamos cómo el contexto general de la película sirve de encuadre perfecto para situar la problemática de la visibilidad homosexual, de la doble vida del individuo gay, del solapamiento en su existencia de la verdad y la mentira y de la generalización que tiene lugar a lo largo y ancho de todo el largometraje de una noción de verdad ficticia o ficción verdadera, más allá de la cual no se puede ir, a saber, del borramiento de un punto de referencia privilegiado desde el cual poder decidir entre lo verdadero y lo falso, lo auténtico y la mera apariencia.

El núcleo argumental del filme es la vida de un hormiguero que vive bajo el chantaje periódico de los saltamontes, a los que han de ofrecerles comida a cambio de que éstos no les destruyan el hormiguero. Flic es la hormiga protagonista que decide partir del hormiguero para buscar ayuda fuera. En la gran ciudad confundirá a una compañía de circo con un montón de valientes y terroríficos insectos, contratándolos para defender su hogar amenazado.

El personaje sobre el que nos vamos a centrar se llama "Francis", un insecto perteneciente a esta compañía de artistas de circo, gente de teatro especializada en el fingimiento, en hacer parecer verdadero lo que supuestamente no lo es, el mundo de la representación frente al de la realidad. Los compañeros de Francis son una araña, un escarabajo rinoceronte de aspecto terrorífico pero absolutamente tímido y asustadizo, y un insecto palo que se queja todo el tiempo de que nunca puede hacer de sí mismo, sino de escoba, de astilla. Llega a decir literalmente que él no es más que atrezzo. En una escena de la película, Francis lo lleva agarrado volando y, al atravesar las ramas de un árbol, se le cae y sigue volando con una ramita de verdad sin darse cuenta del cambiazo. La confusión reina hasta tal punto que el insecto palo lo único que se le ocurre decir para ser visto es : "Soy el único palo que tiene ojos". Dicha compañía teatral va a ser tenida todo el tiempo por el hormiguero por un aguerrido ejército de mercenarios que van a luchar contra los saltamontes. Flic sabe la verdad pero la oculta. También él miente, todos mienten. Todo el hormiguero llega a verse envuelto en una gran mentira: construir un pájaro falso con hojas para asustar a los saltamontes. Cuando al final empiecen a pedirse explicaciones, todos habrán mentido. La escena más terrible, cruel y sanguinaria de la película es cuando un pájaro, esta vez de verdad, acaba comiéndose al jefe malo de los saltamontes. Resulta verdaderamente impactante por lo inusitado de tal demostración de violencia en una película para niños. Sin embargo, por primera vez en la historia del cine de animación, Bichos vuelve a sorprendernos cuando, tras los créditos, aparecen una serie de tomas falsas en las que los protagonistas aparecen como actores de verdad, como personajes reales que han estado actuando en la película. En una de estas secuencias vemos la toma falsa de la escena en la que el pájaro se come al saltamontes, descubriendo que el pájaro utilizado en la película era una maqueta, un engendro mecánico y que la muerte, efectivamente, no se ha producido. La línea del horizonte de lo verdadero como punto último de referencia se va desplazando continuamente, quedándonos con la idea de que dicho desplazamiento puede ser ilimitado, con lo que, finalmente, careceríamos de criterio para discernir entre lo verdadero y lo falso, para desenmascarar la apariencia y el fingimiento. Se podrá decir que el criterio de verdad de Bichos, la verdad última y lo que decide al fin y al cabo son precisamente las tomas falsas: extraño criterio de verdad posmoderno donde a lo último que se puede aspirar en la escala del saber, como máximo referente de autenticidad es, justamente, a la toma "falsa", desechada, inválida, inservible.

Mas volvamos a nuestro personaje, Francis. Francis es un insecto, una mariquita. Nada de particular en que un personaje de una película de bichos sea una mariquita. La asociación del significante "mariquita" con un uso peyorativo para insultar a los homosexuales varones no necesariamente ha de estar implicada y no ocurre del mismo modo en todos los idiomas. La homonimia existe, pero jugar con ella no es de obligado cumplimiento. Tampoco es el caso de que estemos forzando nuestra interpretación y, guiados por nuestro particular interés, nos fijemos en el personaje de la mariquita para extraer de él un material que confirme o apoye tesis previa alguna. Todo es mucho más fácil y evidente. Francis es una mariquita y en Bichos se utiliza la homonimia de este vocablo para crearle a Francis una crisis de identidad: Francis es insultado, vejado, humillado por propios y extraños que lo llaman mariquita en sentido peyorativo, refiriéndose directamente a su opción sexual. El propio personaje está construido, como veremos a lo largo de seis secuencias significativas, desde la ambigüedad que supone portar este nombre, ser (una) mariquita.

La primera aparición de Francis ocurre cuando sale a escena, en el circo, para actuar. La actuación consiste en aparecer disfrazado de flor y recitar poesías. Francis lleva una corona de flores y sus movimientos son decididamente afeminados. Su rostro es absolutamente femenino, con dos parches de colorete y enormes pestañas. Su gesticulación, su vuelo, sus ademanes nos hacen pensar en todo momento que la mariquita es de sexo femenino. En medio de la actuación, dos moscardones que están entre el público, llevados por esta misma presunción, increpan a Francis groseramente: "¡Eh, nena! ¿Quieres salir con un insecto de verdad?". La oposición entre "la mariquita" y "un insecto de verdad" es inequívoca; una mariquita no es un insecto de verdad. Donde dice "insecto", evidentemente, hay que poner "hombre": la mariquita no es un hombre de verdad, un machote. Paralelamente, las moscas, están haciendo alarde de su hombría ante lo que presumen es una mujer, ofreciéndose sexualmente a ella como hombres de verdad. A Francis esto parece no gustarle y se va volando delicadamente todo está preparado para engañar al espectador hacia las moscas. De repente, su actitud cambia, se arranca la corona de flores, la tira con violencia y les espeta a las moscas: "¡Qué! ¿Que por ser una mariquita tengo que ser chica?"; éstas reaccionan con asombro, lo mismo que nosotros: "¡Ahí va, es un tío!". Las apariencias, también en este caso, nos habían engañado. Se puede ser una mariquita y ser del sexo masculino. Parece ser que ésta no era la primera vez que le sucedía esto a Francis y no será la última. Al contrario, todo el mundo dará por supuesto que la mariquita es de sexo femenino. El enfado de Francis es monumental y saca a relucir su lado más machirulo y viril, un vozarrón en tonos bajos y rotos, un comportamiento desafiante y agresivo, completamente macarra. Tanta exteriorización de violencia hace llorar incluso a unas pequeñas larvas que hay entre el público, que se asustan del miedo que les da Francis cuando abandona su habitual aspecto de mariquita. Una mariquita que es un tío y además es un broncas asusta a cualquiera, además de sorprender.

Una segunda secuencia nos muestra a su amigo, el insecto palo, terciando en la disputa con las moscas: "No habléis así a Mari". Francis responde: "Te he oído larguirucho". Su propio amigo no le llama por su nombre, sino que le llama Mari, burlándose de él, entrando en el juego. Hasta ahora tenemos planteado un problema, digámoslo así, de género: Francis es un hombre con un "cuerpo de mujer", un hombre, un insecto de sexo masculino que pertenece a una especie cuyo nombre genérico es el de "mariquita", lo que induce al equívoco. Pero este problema viene a solaparse con un segundo problema no menos importante, a saber, que "mariquita" no sólo es un nombre que lleva a pensar en lo femenino por la semejanza con el morfema de genéro "-a", sino que es un término corriente en castellano para designar peyorativamente a los gays. Francis, además de sufrir un problema de género, padece las consecuencias de una opción sexual socialmente denigrada. Francis es un hombre con apariencia de mujer, pero sigue siendo un hombre; Francis es un hombre en el cuerpo de una mujer, un transexual; Francis es además (una) mariquita, digámoslo también, un travestido. Las cosas se le complican muchísimo: no tiene más opción que la de escoger entre transexual o travestido, heterosexual o gay. Todo ello por ser portador del significante "mariquita". Dejemos aquí, por el momento, la cuestión. Y sigamos con la caracterización progresiva del personaje.

Una tercera secuencia nos muestra el encuentro con las moscas, después del desafío de Francis, en un bar, ya fuera del circo. Éstas aparecen y, al verlo, dicen: "¡Ahí está esa!", designándolo en femenino. Y empieza una brutal escena, una horrible escena de provocación y de humillación de una violencia de género absolutamente increíble: "¿Cómo estás marinena?", "¡Qué bonita! ¡Qué bonita es la mariquita!", dicen las moscas, que son tres y una es enorme, mientras sujetan cada una las alas de Francis y las mueven de arriba abajo. El espectador gay, yo en este caso, se siente por completo horrorizado al ver retratado de esa forma tan realista algo demasiado conocido y que pone los pelos de punta. En una película de dibujos animados, en una película inocente para niños cuyos personajes son insectos, de pronto aparece una escena de humillación y violencia contra una mariquita tal cual. En esta secuencia del bar, a mi juicio y desde mi sensibilidad, es clara la preponderancia de la discriminación por opción sexual, por ser marica, sobre la de género. Se pueden hacer muchas lecturas de esta escena, pero quien no reconozca a dos sujetos homófobos humillando a un gay, llamándolo "marinena" y diciéndole "qué bonita es la mariquita" sencillamente no está interpretando, está participando en un cierto holocausto. No se necesita mayor confirmación. Aun así la cosa sigue y se disipa cualquier equívoco posible cuando una de las moscas le dice a Francis: "¡Vamos, payaso, levántate y lucha como una chica!". Esta vez se dirige a él en femenino, se da por enterado de que es un hombre, pero le dice que luche como una chica. No recuerdo ninguna otra escena de cine no animado tan descarnada como ésta.

Una cuarta aparición de Francis, menos violenta en los términos y queriendo ser más simpática, nos lo muestra rodeado de las hormigas benjaminas del hormiguero que lo han hecho su héroe. Éstas aparecen y le dicen: "Señorita Francis [...] Por votación será nuestra madrina honoraria". Las pequeñas lo han tomado sin más por una señorita y lo han convertido en madrina. Su nombre, encima, es susceptible de declinarse en femenino, ya que en nada estorba al oído que el señor o el señorito Francis, pueda pasar a ser la señorita Francis. Nuestro protagonista se resigna. Éste parece ser su sino.

Poco después, de nuevo rodeado e incordiado hasta el infinito por sus pequeñas admiradoras, dejándose hacer, dos señoras hormigas que contemplan la tierna escena se dicen la una a la otra: "Mira, es como una madre para todas". Francis también es madre. No puede evitar esta actitud maternal tampoco. Todo le va estupendamente de cara a la galería y recibe aprobación y obtiene incluso éxito social cuando se comporta como una mujer. Cuando decide mostrarse tal y como es, como un hombre, las larvas del circo salen llorando y, en esta escena, cuando se cansa de ser madre y madrina y espanta a las hormigas, todas las pequeñas que tanto lo adoraban se echan a llorar. A Francis le cuesta mucho trabajo ser auténtico. No le dejan ser lo que es. En cuanto lo intenta, es inmediatamente sancionado. Si es que sabe lo que es y quién es, lo que quiere y lo que le gusta, cuándo finge y cuándo no: está absolutamente extraviado en lasperformatividades de género.

La última secuencia en la que se resuelve el peculiar conflicto de esta mariquita sucede del modo siguiente: Flic, la hormiga protagonista, se siente derrotado. Todo le ha salido mal y exclama desconsolado: "Dime una cosa que haya hecho bien". Sus amigos del circo intentan consolarlo de algún modo hasta que el insecto palo da con la clave para nuestro asunto: "De no ser por ti, Francis no habría entrado en contacto con su lado femenino". Outing a lo bestia. Delante de todo el mundo, su mejor amigo reconoce que Francis tiene un lado femenino que no quería reconocer, pero que por fin lo ha hecho. La mariquita intenta resistirse, pero no puede: "¿Ah sííí? Pues,... ¿sabes?... tienes razón".

La solución final del conflicto de identidad parece suavizar las cosas y dejarlo todo en tonos grises, en vez de los tonos rojos sangre de la mariquita, salpicados y contrastados por negros puntos. Moraleja Disney: todo los hombres tienen su lado femenino y está bien y es bueno que lo reconozcan y lo asuman para ser más felices, más sincero consigo mismos y mejores hombres, al fin y al cabo. El problema es cuando dicha problemática se vehicula a través de un significante tan marcado como es el de "mariquita" que lleva las cosas por muy distintos derroteros, cambiando el escenario completamente y remitiendo a una problemática social mucho más sangrante. Aparte de que esta magnífica moraleja de Disney en absoluto concuerda con la mayoría de las mentalidades paternas y maternas que están viendo la película. A muy pocos padres les agradaría ver (ni mucho menos contribuir ni fomentar) cómo su hijo va descubriendo e integrando sin conflictos su lado femenino. A casi ningún padre le agradaría que, después de ver Bichos, su hijo saliera de la sala impactado por Francis, habiéndose identificado con él hasta la médula y que en adelante Francis fuera su héroe en vez de Flic, la hormiga audaz, valiente y aventurera, verdadero protagonista de la historia. Seguramente, cuando su hijo le pidiera tener Bichos en vídeo y le exigiera comprarlo con la carátula de Francis (el vídeo se comercializa con cuatro carátulas distintas, una de ellas, con la mariquita), a lo mejor no se plegaba a sus deseos, poniendo quizás como excusa, que lo importante es la película, no la carátula, sin querer dar su brazo a torcer.

Lo más curioso de la crisis de identidad de este bicho raro que es la mariquita es que sólo se produce en estos términos para los espectadores castellanoparlantes. Es decir, que Francis sólo es homosexual cuando vemos Bichos en castellano, idioma en el que "mariquita" tiene esta connotación inequívoca (no queda excluido que ocurra también en otro idioma). En inglés, la lengua original de la película, las cosas suceden de otro modo: Francis no tiene ningún conflicto homosexual no asumido, su problema es sólo uno, que porta un nombre genérico que contiene dos lexemas, uno de los cuales es lady. En inglés [1], mariquita, el insecto, se dice ladybug o ladybird. ¿Cómo ser lady y ser un tío? es el problema de Francis en inglés. Lo que las moscas le dicen es: "Hey, cutie!, wanna pollinate with a real bug?". Una ladybug no es a real bug. Ladybug, para las moscas, parece ser una contradicción en los términos. Lo que intenta desmentir la respuesta de Francis: "So, bein' a ladybug automatically makes me a girl, is that it, fly boy?", con pocas probabilidades de conseguirlo, ya que, a todas luces, está diciendo una tontería: ser una lady no implica necesariamente ser una girl. Evidentemente que no, pero eso es algo que hay que explicárselo a las moscas, de género insecto, de género humano o de género imbécil. Es necesario explicar por qué se puede ser un hombre en un cuerpo de mujer, por qué se puede ser un hombre con aspecto de mujer, etc., etc., etc.

(Fragmento de “Disgayland: Fantasias animadas de ayer y hoy” de Paco Vidarte)

No hay comentarios:

Publicar un comentario


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...