lunes, 20 de mayo de 2013

Nos hemos trasladado

A partir de ahora en éste blog "Sexualidades Subversivas" se dejarán de publicar entradas, nuestra nueva bitácora es:
 

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domingo, 18 de noviembre de 2012

Al calvo


Cada recuerdo a tu lado me llena de gratitudes y cariño,
pues has estado a pesar de mis torpezas,
a pesar de mis defectos, a pesar de mis miedos.

Mis sentimientos hacia ti están colmados
de dichosas marcas indelebles de cariño,
de ternura, de sosiego.

Como no quererte mi fiel amigo, mi hermanito, mi bebe,
si aun me unen a ti tantos recuerdos y alegrías,
tantas tardes, tantas sonrisas, tantas lágrimas…

Solo te pido algo mi querido hermano:
por mas que hayan tropiezos, dudas e imprudencias,
no olvides que te amo y que cada una de mis acciones
están motivadas por el cariño que te siento…

(Dedicado al hombre que mas quiero en la vida, mi mejor amigo)

domingo, 12 de agosto de 2012

Sexualidades, Marxismo y Emancipación


 Por Erick Felipe Cabrera

(Documento presentado en el XXI Congreso del Partido Comunista Colombiano, con el nombre “Marco teórico para el debate sobre emancipación de la sexualidad”)

Antes de comenzar con el análisis sobre la emancipación sexual, es importante que tengamos en cuenta que la sexualidad se configura como un conjunto de relaciones sociales (esto quiere decir, que no se reducen únicamente a los actos de tipo genital sino que tienen una gran amplitud que atraviesa por diversos códigos culturales como lo son las formas de vestir y los roles de género establecidos en determinadas sociedades; códigos de comportamiento como lo son algunas conductas leídas socialmente como masculinas y/o femeninas; y códigos de pensamiento como lo es la forma de concebirse como hombre y/o como mujer), y que por lo tanto, debemos abordar esas relaciones sociales desde una concepción materialista de la historia, entendiendo que éstas están “determinadas históricamente por su sujeción a las relaciones de producción dominantes en una época determinada”[1]. Ya en la Edad Antigua, la opresión hacia las mujeres, se manifestaba en diversas prácticas de tipo patriarcal, como lo era la poligamia de los padres de familia con motivos meramente reproductivos en donde las mujeres no tenían las mismas condiciones de igualdad con los hombres, y su relacionamiento se reducía únicamente a la perpetuación de un linaje. Más adelante, con el surgimiento de la propiedad privada, esa forma de relación social entre hombres y mujeres, se limitó a la herencia de la propiedad y del capital. En la Grecia clásica y en la Roma imperial, por ejemplo, las mujeres eran sometidas al yugo y a la patria potestad del “Pater Familias”. En la Edad Media, fruto del teocentrismo filosófico y del clericalismo social, la Iglesia mantuvo esa opresión hacia las mujeres, y condenó las prácticas no heterosexuales por medio de la imposición de una moral puritana y de una legislación extremadamente rígida, la cual se mantuvo durante todo el Medioevo.

Podemos observar que la opresión sexual no es un producto originado por la sociedad capitalista, que, aunque si se agudiza con la explotación del capital y con la segregación basada en la clase, no es más que la perpetuación de otra de las formas de opresión que en lugar de ser superadas por la sociedad burguesa, lo único que han generado es el origen de “nuevas clases, nuevas condiciones de opresión, nuevas modalidades de lucha; que han venido a sustituir a las antiguas”[2]. Esto sin lugar a dudas ha creado nuevas relaciones de dominación, nuevas relaciones entre oprimidos y opresores, que se ven claramente evidenciadas en los privilegios sociales a los que acceden quienes se someten a la norma sexual establecida, en contraposición a quienes no se someten a esa norma y prefirieren las expresiones sexuales no normativas.

En este sentido, es necesario que la sexualidad, al igual que la emancipación sexual, se analice de manera amplia entendiendo que es algo que compete a todo ser humano, independientemente de su orientación sexual, su identidad de género, y de su realidad biológica genital, por lo cual, la opresión sexual es un problema social, en cuanto a que la sexualidad impuesta por la moral dominante regula y normaliza la forma de relacionamiento sexual y social de todos los seres humanos. La norma sexual dominante se manifiesta en la imposición de determinadas prácticas sexuales y formas de relacionamiento social que excluyen, discriminan y reprimen por medio de diversos aparatos ideológicos, entre los cuales sobresalen la familia, la Iglesia, y la escuela.

Es fundamental entender que “el proceso de normalización sexual burgués, apunta a mantener la imposición de una norma heterosexual dentro del marco de la familia monogámica [heterosexual] y patriarcal”[3], institución característica y fundamental del capitalismo, que mantiene de una generación a otra las relaciones de opresión necesarias para el sostenimiento del sistema, estableciendo a la “heterosexualidad obligatoria”, como la única forma de relación social y sexual, que en la sociedad capitalista toma sentido en cuanto a que otro tipo de formas de relacionamiento no permitiría la procreación y por lo tanto, no permitiría tampoco la herencia del capital de padres a hijos. Este tipo de familia cumple la función de imponer principios morales como la supuesta necesidad de perpetuar el matrimonio indisoluble, heterosexual y monogamico, como manifestación de la “perpetuación del papel de la familia como reproductora del orden social establecido”[4]. El modelo familiar heterosexual-burgués del cual hemos hablado anteriormente, utiliza en este sentido la represión sexual para “someter a los sujetos, y para ello utiliza un dispositivo eficaz que es la religión, instrumento que establece precozmente, la angustia y la culpa ante la trasgresión”[5], siendo la Iglesia la conductora de los parámetros de moralidad aceptados por el sistema e impuestos mediante un discurso de condenación y de muerte. Esos criterios morales que tanto la familia como la Iglesia han establecido en la sociedad, vienen a ser reforzados en la escuela, que incrusta en la mentalidad de los niños el prejuicio de inmoralidad hacia las personas con sexualidades no normativas, mantiene la noción de inferioridad de las mujeres con respecto a los hombres, y regula las formas de comportamiento de todas las personas.

Por todo lo anterior, se puede asegurar con certeza que la emancipación sexual es una necesidad social, manifestada en la decadencia de la moral sexual burguesa y en la barbarie de la represión. Sin duda alguna, podemos asegurar que en las relaciones sexuales y sociales no normativas, se expresa la rebelión contra el sometimiento de la sexualidad al orden de la procreación y contra las instituciones que garantizan dicho orden[6]. La liberación sexual es, por ende, una expresión de la emancipación social, por lo que no es preciso supeditarla a la lucha de clases, sino antes bien, unirla a ésta y a todas las otras luchas que buscan la emancipación de la humanidad “interpelando directamente al poder, la ley, el orden y la norma del macho; luchando por superar toda sociedad que fundamenta su poder en la exclusión y la opresión. Logrando no solo la simple liberación sexual, sino la conmoción de toda la sociedad clasista y falocrática"[7], fundamentándose principalmente en su capacidad de romper con las estructuras que oprimen y que explotan, y de generar una transformación de toda la sociedad.



[1]  Jean Nícolas, en La Cuestión Homosexual
[2]  Carlos Marx y Federico Engels, en El Manifiesto del Partido Comunista
[3]  Jean Nícolas, en La Cuestión Homosexual
[4]  Wilhelm Reich, en La Revolución Sexual
[5]  Wilhelm Reich, en Psicología de Masas del Fascismo
[6]  Herbert Marcuse, en Eros y Civilización
[7]  León Zuleta, en el periódico El Otro

domingo, 1 de julio de 2012

Ideologías a nivel internacional que influyeron en Colombia en los movimientos de liberación sexual




A nivel internacional, podemos observar que en la lucha de las personas que conforman el movimiento o sector social LGBTI existen dos tendencias ideológicas y políticas, que encaminan su lucha de manera paralela.

La primera es la “tendencia reformista”, que es una especie de hibrido entre liberalismo y socialdemocracia, y cuyas características principales son: la defensa de los derechos y libertades individuales de las personas LGBT, la lucha por el reconocimiento y por el ejercicio de su ciudadanía plena, la reivindicación de la familia homoparental  como una forma legítima de familia, la defensa del derecho a que los gais y las lesbianas puedan contraer matrimonio y adoptar, la exigencia de una “política pública LGBT” para ejercer todos los derechos, y la lucha contra las leyes represivas, todo esto con el fin de que las personas que son reprimidas por su sexualidad puedan encajar en la sociedad. Su discurso tiende a legitimar o simplemente a no cuestionar ni el Estado liberal-burgués ni el sistema o los sistemas que los oprimen, su discurso tiende a no ser radical, sino más bien, tiende a ser un discurso “light” y tienden a legitimar el “Ghetto Gay”, y la reproducción de los roles sociales y sexuales dentro de la vida familiar reduciendo la forma de relacionamiento a una “pareja monogámica”, y repitiendo la relación entre dominante – dominado u oprimido-opresor. Es la tendencia que apela por el “orgullo gay”, y que históricamente tiene su principal impulso en los “Disturbios de Stonewall”.

La segunda tendencia es la “tendencia revolucionaria”, de corte anarquista o comunista, por lo que su discurso tiende a ser radical, que en lugar de reivindicar los derechos civiles e individuales de las personas LGBT, su lucha apunta a la destrucción del sistema o de los sistemas que los oprimen y los explotan (el capitalismo, la falocracia, la heteronormatividad, el ghetto), con el fin de crear una sociedad nueva (sin encajar en la establecida) constituyendo nuevas formas de relacionamiento. De esta manera, la tendencia revolucionaria sostiene la tesis de que la cuestión de la libertad tanto de personas LGBT y de mujeres solo se puede llevar a cabo con la emancipación de la sexualidad (y por tanto de la sociedad en su conjunto), y no solo con la ciudadanía plena y con la garantía de sus derechos. Critican la identidad homosexual, el Ghetto, las relaciones sociales establecidas, la familia nuclear-burguesa-monogámica-heterosexual, los roles sociales y sexuales establecidos, y propugnan por una emancipación social y revolucionaria de la sexualidad, por lo que tiene su principal impulso en el “Mayo Francés de 1968”.

En Colombia, estas dos tendencias han tenido bastante fuerza, la primera en la lucha por la eliminación de las leyes represivas contra la homosexualidad, en la lucha actual a favor del “matrimonio igualitario” y de la adopción homoparental, y en la protección y garantía de los derechos de las personas LGBT. La segunda en la reflexión y la lucha por una emancipación de la sexualidad en su conjunto.  Podemos observar también que la primera tendencia en Colombia tiene su principal inicio en la despenalización de los actos homosexuales del código penal colombiano de 1980, tienen su principal representación en movimientos como Colombia Diversa y Ciudadanía Rosa. La segunda lo tiene en la fundación del Movimiento de Liberación Homosexual de Colombia (heredero de los frentes de liberación homosexual de Francia, EEUU y Argentina) en el año 1977 por León Zuleta y representado actualmente por movimientos como el Colectivo León Zuleta de tendencia comunista, el Colectivo Entre Tránsitos de tendencia anarcoqueer, y por movimientos feministas radicales (no-liberales).

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