(Este Texto fue tomado de "PARENTALIDAD, CONYUGALIDAD Y NUEVOS MODELOS FAMILIARES" de Olga Montejo Redondo)
La familia tradicional ha tenido muchos detractores en el último siglo. No hay que alargar la mirada hacia fenómenos como las comunas y los kibbutzim, para encontrarse con alternativas al modelo estricto de familia nuclear, heterosexual y patriarcal. Para situarnos en un tiempo y un territorio cercano, basta con recordar las críticas que se realizaron, a partir de la década de los sesenta, desde la psiquiatría, el marxismo y el feminismo, al modelo de familia tradicional.
En el caso de la psiquiatría las críticas se basaban en la relación entre la estructura familiar y las enfermedades mentales, en cuanto al marxismo, o mejor algunos marxistas, le atribuían la pervivencia de la sociedad burguesa, por su parte el feminismo consideraba que la familia tradicional era un lugar de opresión para las mujeres.
Hoy en día parece difícil mantener estas críticas, en una gran medida porque ciertos componentes de la familia han cambiado con relativa rapidez y facilidad, demostrando que la familia es la institución más adaptable y cambiante de la historia de la humanidad. La mayor parte de familias, al menos en el entorno de los países desarrollados, se han democratizado y en este sentido los niños pequeños crecen aprendiendo a tomar parte en aquellas decisiones familiares que les corresponden por su edad. Por su parte las mujeres han conseguido notables avances aunque siguen luchando por la plena igualdad. Todo este proceso ha corrido paralelo al crecimiento, al menos en estos países más desarrollados, de unas clases medias que se han consolidado como una activa plataforma para el cambio, al tiempo que protagonizaban un cierto proceso de movilidad social. También es cierto que estos avances se ven amenazados por un futuro muy distinto, debido, al menos en parte, a los desajustes sociales introducidos por los excesos del mercado y la globalización. Hoy en día resulta muy previsible la reaparición de antiguas diferencias sociales, la emergencia de nuevas situaciones de vulnerabilidad, y en general, retrocesos sociales que es muy posible que afecten a los avances obtenidos en este terreno.
En la nueva realidad social, la familia nuclear ha devenido más un ideal que una realidad a la luz de las nuevas formas de familia que han surgido de manera significativa en las últimas décadas. La pareja conyugal como símbolo estable de los vínculos de la alianza manifiesta su fragilidad mientras se recomponen continuamente nuevos lazos de parentesco. Persiste, sin embargo, la idealización de una estructura particular de familia, aquella formada por una pareja heterosexual casada y sus hijos biológicos. Contrariamente, para muchos gays y lesbianas, la familia de sangre no representa una unidad naturalmente dada que provee de la base para todas las formas de parentesco, sino un principio pro creativo que organiza, únicamente, un tipo de parentesco. Frente a una cultura social que enfatiza las características estructurales de la familia, gays y lesbianas lo hacen en las emociones y los sentimientos, reinventando la familia como un fenómeno plural, y creando una variedad de tipos de familia que no se ajusta a la representación cultural dominante.
Hay que tener en cuenta que cada vez con mayor frecuencia, las relaciones familiares nos se limitan a las personas que mantiene vínculos de consanguinidad o afinidad por el matrimonio, sino que se ha ampliado el tipo de relaciones entre adultos y menores sin ningún vínculo previo, por tratarse de familias reconstituidas, es decir que después de un divorcio uno de los progenitores se ha vuelto a casar y el nuevo miembro no es padre o madre biológica. En las adopciones también se da este fenómeno. El hijo o la hija adoptado de una pareja de distinto sexo tiene muchas cosas en común con los hijos y las hijas de estas familias reconstituidas o que han adoptado a un hijo. Hay que hacer mucho hincapié en este hecho y dejar en segundo plano el sexo de los padres.
Las familias lésbicas y gays, no sólo han modificado las formas de convivencia, sino también las relaciones que se configuran en su seno, permitiendo dar respuesta a las necesidades, deseos y circunstancias individuales.
Las familias de gays y lesbianas, creadas a partir de la elección, se asientan en las emociones y sentimientos, el amor , la solidaridad y el libre compromiso entre sus miembros, con indiferenciación de los lazos de amistad, la conexión biológica debe incorporar la conexión social para constituir parentesco.
Desde esta perspectiva, estas familias, cuestionan la atribución de permanencia a los lazos de sangre y de impermanencia a los lazos no biológicos. Los lazos de amistad son igualmente perdurables y pueden asumir el estatus de parentesco.
Tomado de: http://www.avntf-evntf.com/imagenes/biblioteca/Montejo,%20O.%20Trab.%203%C2%BA%20BI%2004-05.pdf
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