lunes, 26 de septiembre de 2011

El mercado rosa, un obstáculo para la liberación


Las reformas en favor de la igualdad LGTB han sido aprovechadas por grandes empresarios, los cuales han desvirtuado el origen luchador de las mismas, generando el llamado “mercado rosa”, que explota comercialmente la tendencia sexual LGTB. Un mercado que crea todo tipo de productos específicos (revistas, bodas, hoteles, bebidas alcohólicas, ocio y turismo, ropa y accesorios, cosméticos, cine, televisión, etc.) para un público LGTB, principalmente homosexual masculino con alto poder adquisitivo. Un mercado que, para vender estos productos, ofrece la imagen estereotipada del gay como un hombre guapo, inteligente, con alto poder adquisitivo, un trabajo de cuello blanco y, por supuesto, bien vestido con unas prendas de estilos muy determinados. Esta imagen del gay como un yuppie crea antipatía e ignorancia hacia la realidad de los gays por parte de muchos trabajadores que creen que no puede haber gays entre ellos al reconocerlos únicamente como estereotipos que viven una realidad de lujo fuera de su alcance. Sin embargo, la imagen de los gays como personas con alto poder adquisitivo está muy lejos de la realidad. Aunque es cierto que muchos gays no tienen que hacerse cargo de hijos por lo que disponen de ese dinero para otros gastos, la mayoría son trabajadores con bajo poder adquisitivo que además sufren habitualmente la discriminación también en el campo económico al no poder heredar de su pareja o no disfrutar de desgravaciones de impuestos por matrimonio.

El mercado rosa se concentra en barrios con un alto porcentaje de población LGTB, como el emblemático Chueca de Madrid. Estos barrios facilitan sin duda el encuentro entre las y los LGTB, pero casi siempre con los beneficios por medio de los empresarios rosas, y corriendo el riesgo de convertirse en guetos que lleven a las y los LGTB a “encerrarse” en estas zonas en las que disfruten de una libertad sexual que se les niega fuera. En este contexto de discriminación, los empresarios rosas se organizan en asociaciones con objetivos como ofrecer diversión y trabajo a las y los LGTB para luchar contra la marginación y la opresión. Sin embargo, en los “barrios rosas” los precios de establecimientos de ocio, tiendas de ropa, etc. suelen ser muy elevados, lo que deja a muchas/os LGTB al margen, convirtiendo la liberación gay en un negocio orientado sólo a personas con poder adquisitivo elevado. Además, los trabajadores LGTB de los establecimientos rosas sufren las mismas presiones que los de otras empresas, obligados a trabajar largas jornadas con sueldos bajos, muchas veces sin cobertura de la Seguridad Social. La comercialización de la lucha contra la discriminación LGTB se refleja perfectamente en los diferentes desfiles del Orgullo Gay de finales de junio que los empresarios rosas están intentando convertir en caravanas publicitarias a consta de eliminar el espíritu reivindicativo. Aunque los grandes empresarios rosas dicen luchar contra la marginación LGTB, lo hacen porque identifican igualdad con negocio, pero al mismo tiempo suelen defender ideas neoliberales que, como hemos visto, se oponen en el fondo a la igualdad, como la limitación de los derechos de los trabajadores inmigrantes, el recorte de impuestos a las empresas a la vez que disminuye el gasto público, o la liberalización de los mercados. Los grandes empresarios rosas y muchos políticos socialdemócratas que supuestamente defienden los derechos LGTB hablan de “la comunidad gay” como si todos los y las LGTB sufriesen por igual la discriminación, nada más lejos de la realidad. Entre las y los LGTB también existen divisiones de clases y los trabajadores LGTB con ingresos limitados sufren más la discriminación que los de alto poder adquisitivo (que pueden permitirse un estilo de vida diseñado para ofrecer más libertad sexual) y, por supuesto, que los empresarios rosas que se aprovechan de estas divisiones. La mayoría de LGTB sufren la subida de la cesta de la compra y el precio de la vivienda, por citar dos ejemplos actuales, igual que los demás trabajadores con los que tienen más en común que con los empresarios rosas que insisten en hablar de “la comunidad gay” colocando a todas y todos los y las LGTB en el mismo grupo, un grupo que debe luchar contra la discriminación no luchando contra el sistema que la genera sino aceptándolo y comprando ciertos “artículos y servicios rosas” dentro del sistema para autoafirmarse personalmente como LGTB. Y estas ideas surgidas desde el lobby rosa son compartidas por muchos grupos de izquierda.

Por Jesus Castillo

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